1) Disminuir la actividad del monitor
Para mantener el
brillo y la claridad, la pantalla precisa una gran cantidad de
energía. Si se
rebaja su intensidad, conseguiremos
ahorrar bastante
batería. El control para hacerlo suele ser
una opción secundaria de una de
las teclas de función (las que llevan una F o Fn delante de un número). Se representa con
un símbolo del sol junto con los iconos de
arriba y abajo.
2) Modificar la configuración
A poco que exploremos, descubriremos que numerosos
sistemas operativos incluyen
funciones de ahorro de energía. Entre ellas se encuentra la que
suspende de forma automática el ordenador cuando lleva un determinado
tiempo de inactividad.
3) Desconectar el WiFi
La conexión
WiFi, aunque no lo parezca, consume
mucha batería de forma constante. El sistema permanece siempre a la
búsqueda de redes inalámbricas. Así que, si se desconecta cuando no hace falta acceder a
Internet, repercutirá en
un importante ahorro. En el caso de que el ordenador
no disponga de
un
interruptor para hacerlo, se desactiva manualmente a través del
Panel de Control, en concreto, en la opción
Accesos de Red.
4) Apagar los periféricos
El inocente
ratón,
la webcam o un disco externo también exprimen la batería. Es la placa madre la que los alimenta. Si no se van a usar, mejor desconectarlos. Otra práctica beneficiosa con las
memorias USB es
pasar los datos de la memoria flash cuanto antes y luego desconectarla del puerto. Por otra parte, muchos portátiles cuentan con botones que apagan la cámara web.
5) Retirar los discos ópticos de la unidad
Si se dispone de
reproductor o grabador de CDs y DVDs, lo mejor es
retirar el disco cuando no está en uso. Sobre todo,
antes de poner el equipo a
recargar la batería.
6) Añadir batería extra
Algunos
ordenadores portátiles soportan mucho trote y permanecen
operativos casi todo el día, mientras que otros realizan
tareas ocasionales. Lo mejor es investigar
qué modelo se adapta mejor a nuestras necesidades. Las baterías constan de celdas; a mayor número de celdas, mayor es
su autonomía (y también su precio, claro). Si el
máximo de celdas
continúa sin ser suficiente, existe la posibilidad de
sustituir las baterías y reemplazarlas con baterías más duraderas.
7) Eliminar los programas que no usamos
Si antes nos fijamos en el
hardware, ahora nos centramos en el
software. A menudo se acumulan en el sistema
aplicaciones que, al final,
no se emplean para nada. Sin embargo muchas de ellas, por el mero hecho de estar
instaladas,
demandan energía. Si se desactivan, se logra un ahorro.
8 ) No confundir el ordenador portátil con un sobremesa
Es una práctica habitual
mantener todo día el portátil enchufado a la corriente eléctrica. Una costumbre que
lo perjudica irremediablemente. Un portátil es un portátil, así que lo mejor es utilizarlo como tal.
9) Esperar a que finalice el proceso de recarga
Otro
hábito fatal es no permitir que
se complete el proceso de carga de la batería. Si se interrumpe, el dispositivo sufre y
acaba por menguar su capacidad.
10) Mantener el ordenador limpio y ordenado
El equipo a menudo
acumula “porquería”.
Documentos que recibimos a través del correo electrónico,
imágenes, herramientas inútiles… Un montón de
elementos que acaban por
desorganizarse, que hay que
mantener y que, en última instancia, no valen para nada excepto para
ocupar espacio y consumir energía. Lo saludable es que la máquina permanezca
libre de lastres y con todos los elementos
ordenados. Para ello, resulta conveniente
desfragmentar el disco duro de vez en cuando. Cuando lo hacemos,
los archivos se “recolocan” de forma automática y mantienen un orden.